jueves, 22 de abril de 2010

playa

Los días de sol se aprovechan como si fueran los ultimos del año. Tal vez por que así es, tal vez porque en realidad son muy poco.

Nunca se le había rendido tanto atributo al sol en esta era occidental.
Uno comienza a darse cuanta de lo increibles que son los días soleados en la ciudad, una donde el sol no tenga un plasta amarillenta cubriendolo.

En la cantidad inumerable de parques, la gente extiende sus mantitas, sacan sus latas de cerveza y un frizbie.
Los jovenes se sientan formando un circulo y comienzan a beber y a hablar con total tranquilidad. Pareciese que las vacaciones han empezado en pleno jueves.

¿Porqué no unirse a ese feliz grupo?
Pues he llevado mi libro al parque, mi manta, mi cerveza y mis ganas de sentir el sol tenue sobre mi espalda. No quema, no calienta demasiado, sólo lo necesario para quitarse la chamarra de encima y sentir el leve viento frío sobre la cara.

Sólo un día hizo calor, mucho, tanto para que esa gente convierta el parque en una playa. Las chicas en bikini; por su lado pasa la calle y esos grandes autobuses rojos llenos de gente las miran. Los hombres se deshacen de sus playeras y realmente parece que al otro lado del parque estará el mar.

Para los londinenses esa es su playa y los que vamos tapados somos raros, notoriamente extranjeros.

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