Me he convertido con la lentitud de un ganso en mi madre. Parece que sus manos, sus ojos, sus cabellos, su pierna izquierda e incluso su nariz se aporpia de mí; la otra se resiste, aguanta y tiembla, pero a veces vivo pensando en esa antigua experiencia, la que ahora es venidera.
Resuenan en mis imagenes sus sonidos, me repiten cosas que oigo en acciones. Me convierto de a poco en otra, en mi prima, suenan en mis ojos sus ideas.
Me convierto de a poco en la vecina, mi hermana, la actriz de la telenovela, me convierto en todas, en todos, me retuerzo hasta volverme una masa latente, moldeable. Me convierto en el espejo.
jueves, 4 de agosto de 2011
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